CHAPTER THREE

Meet the ip

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inspiring people

Annette Arellano

Founder – Kalimori Foundation

CITIZEN

Mexico 2021

Education

Master’s degree in International Relations – Instituto Católico de Ávila

Languages

Spanish, English, French

IN SHORT

Her daughter was born with an intellectual disability—and, just like that, Annette Arellano’s life was turned on its head. What followed was a reflective and proactive journey to define what acceptance, change and development meant to her, to people with disabilities, and to those who love them. She takes pride in working hard and striving for the best. This is also how she approaches her work at Grupo Kalimori.

 

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Cuantos menos apegos materiales se tiene, más libertad se gana Dice el Diccionario de la Real Academia Española que pundonor es “un sentimiento que impulsa a las personas a mantener su buena fama y a superarse”, además del estado en que la gente cree que consiste la honra, el honor o el crédito de alguien; “para mí es hacer las cosas con ganas de mejorar, hacerlas bien y no quedarse a medias, se trata de trabajar con ahínco”, explica Annette Arellano al comentar por qué esa palabra aprendida de su madre es la que resume en gran medida su capacidad de sobreponerse a las dificultades de la vida. “Mi vida cambió tras el nacimiento de mi hija Alexia, que sufre una discapacidad intelectual, no voy a negar que los primeros años fueron muy duros y confusos. Yo siempre he sido una persona que pretendía tener todo bajo control y en orden, ella llegó a cambiar todo eso, a convertirme en mejor persona”, sentencia con alivio. Durante los primeros años se volcó en ofrecerle todas las terapias posibles, “ella trabajó cada día en lo que yo me empeñaba, aprendió a caminar, a comunicarse; visitamos pediatras, terapeutas, médicos, psicólogos… Incluso puse en marcha una fundación para ayudar a otras personas con dificultades similares… todo terminó reventando, el enfoque no era el correcto y todo parecía venirse abajo”, recuerda. Comenzó entonces un proceso de metamorfosis que resultó virtuoso; “tardé en comprender que mi hija ya era feliz y que los que deberíamos transformarnos éramos nosotros. Ella no tenía problemas, es puro corazón y se ha quitado de encima el peso de la mente, es una maga que todo lo tiene dentro de ella misma y no depende de lo de afuera. Empecé a dedicar tiempo de calidad a mis otros dos hijos mayores, estudié en España una maestría en Relaciones Internacionales, empecé a soltar el control y casi sin darme cuenta la situación empezó a fluir cuando regresé a México. Llegó hasta mí la posibilidad de comenzar con el proyecto de Kalimori, que en lengua Aimara significa ‘casa de luz’, que consiste en una residencia para personas con necesidades especiales en la que puedan desarrollar sus habilidades y la idea empezó a tomar forma”, narra con sincera emoción. No se trata de un proceso fácil ni libre de dudas y temores; “me di cuenta como madre que había otras familias con hijos adultos que compartíamos una misma necesidad: ellos querían tener un lugar, su propio espacio, tener actividades independientes como sus hermanos, ser parte de algo, tener un valor en la sociedad, como papás nos cuesta mucho trabajo soltar”, confiesa con cierto aire de liberación. “Estamos programados social y culturalmente para protegerlos toda la vida. Nos han hecho creer que no pueden estar mejor en ningún lado que con nosotros. Y luego está el asunto de la culpa: cómo voy a dejar a mi hijo o hija en un albergue, nos asaltan temores sobre su seguridad personal, y más si son chicas. Hoy te puedo decir con toda sinceridad que mi hija es mucho más feliz, libre e independiente, como corresponde a un adulto de su edad”, sentencia orgullosa. Tras su experiencia anterior con la gestión de la fundación, “ya sabía que el nuevo proyecto debía generar sus propios recursos, que no podía depender de la filantropía o las subvenciones. Además de su orientación sustentable, amable con el medio ambiente, se trata de tres esfuerzos empresariales con sentido social. Kalimori, que es la residencia para las personas con necesidades especiales mentales, Granja Isana, enfocada en la producción de huevos de gallina y Casa Pixan, un hotel boutique. Entre las tres conforman un modelo integral con el propósito común de contribuir a que personas con discapacidad intelectual desarrollen habilidades para el trabajo y para la vida independiente, a la vez que, como sociedad, vayamos cambiando la manera como nos adaptamos a las diferencias y construyendo sociedades y empresas más incluyentes”, describe con detalle, mientras reconoce que es el trabajo que más feliz la hace sentir, haciendo gala a ese punto de honor que ha alcanzado.    

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